El guerrero corría a través de los bosques, hacia su hogar, después de llevar un mensaje a otra tribu de su Nación. Su misión era hacer llegar la respuesta del otro Jefe, sin cambiar el contenido del mensaje, memorizando las palabras, su cadencia, y expresando el honor de transmitirlo a sus Jefes.
En el camino, tropezó con una piedra y cayó en unas zarzas. En su enfado, a punto estuvo de arrojar la piedra al espeso bosque, pero se dio cuenta de que tenía una veta ancha de otro color en el centro. Supo que había una razón para que la Madre Tierra hubiera puesto esa Piedra en su camino. Saludó a la piedra, la colocó sobre la palma de su mano izquierda y contiuó su camino.
Después de entregar su mensaje, el guerrero acudió al Hombre Santo, quien le explicó la Medicina de las Piedras. El guerrero aprendió que cualquier piedra con una franja de otro color que la atraviesa, lleva la Medicina de la concentración, la vitalidad, la determinación y la persistencia. Esa Piedra del Cam…